jueves, 29 de octubre de 2009

EL ADVENIMIENTO DE LAS ESCUELAS DE MISTERIOS


EL ADVENIMIENTO DE LAS ESCUELAS
DE MISTERIOS... Y(II)

Paulatinamente, fue produciéndose una separación en las Escuelas de Misterios. El
fervor y propósito de los sacerdotes de propagar sus doctrinas, en muchos casos excedió
aparentemente su inteligencia. De resultas de esto, se permitió a muchos aspirantes entrar
en los templos antes de que realmente estuviesen preparados para la sabiduría que debían
recibir. El resultado fue que estos espíritus poco preparados, fueron ganando gradualmente
más autoridad, pero se manifestaron al fin incapaces de mantener la institución, siendo
ineptos para establecer relación con los poderes espirituales que se hallan detrás de toda
empresa de orden material. Y de este modo, las Escuelas de Misterios fueron
desapareciendo. La Jerarquía Espiritual, servida a través de todas las generaciones por un
número limitado de seguidores veraces y fieles, se desvaneció de la faz de la Tierra.
Mientras las colosales organizaciones de orden material, habiendo perdido el contacto con
sus fuentes divinas, comenzaron a perder el rumbo y se fueron enredando cada vez más en
ritos y símbolos los cuales ya no podían interpretar.
Un ejemplo concreto e interesante de la deterioración de las Escuelas de Misterios y
sus ritos se halla en el juego de niños llamado La Comedia de Punch and Judy. Durante
siglos la gente superficial de todas las naciones de Occidente rió con las curiosas travesuras
de estas pequeñas figuras. El mundo hace tiempo que ha olvidado que este juego se originó
entre los primeros místicos cristianos; Punch era Poncio Pilatos y Judy era Judas Iscariote.
El pequeño garrote que lleva Punch es una réplica degenerada de los antiguos cetros de los
dignatarios romanos de la Tierra Santa. También es probable que la famosa escena entre
Punch y el niño haya sido tomada de la antigua historia cristiana del degüello de los
inocentes.
Es realmente digno de notarse cómo a través de las edades, sea por transmisión oral,
sea por alegorías o símbolos, sea por ejemplos naturales, las verdades reveladas a los
antiguos se perpetuaron hasta nuestros días, a pesar de que siempre fueron ocultadas a los
ojos de los profanos. Se ha dicho que la sabiduría no está en ver las cosas, sino en ver a
través de las cosas. Al menos para el ocultista, esto es doblemente verdadero.
Durante la era de Atlántida, que describe Platón, la tarea de recopilar y ordenar la
Antigua Sabiduría se llevó a cabo aceleradamente, pues los pobladores de la Atlántida
fueron los exponentes más grandes de pensamiento concreto que jamás conoció el mundo.
Los habitantes de la Atlántida jamás entendieron a fondo la sabiduría que les era propia,
pues aún en aquellos tempranos tiempos los dioses ya se habían retirado de la masa de la
humanidad y sólo hablaban a los hombres a través de sacerdotes y oráculos. El método de
comunicación de que se valieron los poderes espirituales se halla fielmente expuesto por
Josephus en su descripción del Arca de la Alianza y de los sacerdotes que la servían. Esta
arca era un oráculo, y los dioses hablaban al sumo sacerdote por medio del lenguaje de los
símbolos. De los habitantes de la Atlántida, con sus Antiguos Misterios del Tabernáculo,
hemos rescatado casi todo lo que sabemos en lo referente a la Sabiduría Antigua y sus
Misterios. De acuerdo con el Libro Sagrado, ellos eran los custodios de los registros
espirituales que les habían sido dados por sus progenitores, los Reyes Serpientes, que
reinaron sobre la Tierra.
Fueron estos Reyes Serpientes, quienes fundaron las Escuelas de Misterios, los
cuales más tarde aparecieron como los Misterios Egipcios y Brahmánicos y bajo otras
formas de ocultismo antiguo. Su símbolo era la serpiente, porque enseñaban a los hombres
a usar la energía creadora que corre por la naturaleza y por sus propios cuerpos, en forma
de línea “serpenteante” o de fuerza “sinuosa”. Eran los verdaderos Hijos de la Luz, y de
ellos descendió una larga línea de adeptos e iniciados debidamente instruidos en la ley.
Éstos mantuvieron encendida la luz de las verdades divinas a través de muchas
generaciones de ignorantes y descreídos. El mundo Atlántida se vino abajo en cuanto se
apartó de la ley. Olvidó que la naturaleza es la regidora de todas las cosas y, por querer
vivir antinaturalmente, fue destruido. Antes de su desintegració n, como quiera que sea, la
Sabiduría Antigua pasó al nuevo mundo de los arios, donde, desde el corazón del
encumbrado Himalaya, sus adeptos, e iniciados comenzaron el proceso de la formación de
un nuevo pueblo destinado a ser el tabernáculo viviente de los dioses.
No siempre el hombre fue un ser material. Hace muchas eternidades era una criatura
espiritual, de poderes radiantes y gloriosos. Gradualmente fue tomando la vestidura de lo
que nosotros llamamos “cuerpo”, y su radiosidad fue empañada, por las envolturas de
arcilla. Poco a poco fue perdiendo el contacto con sus Padres, los Hijos de la Luz, y
comenzó a moverse en las tinieblas. En la época en que el tercer ojo se cerró en el hombre,
durante el antiguo mundo de los Lemures, el género humano perdió el contacto con sus
maestros invisibles. El recuerdo de los maestros se fue esfumando de a poco, hasta que sólo
quedaron mitos y leyendas. La mitología es el registro auténtico de aquellos períodos de
transición en que las chispas divinas fueron asumiendo gradualmente las formas del cuerpo
mortal.
Pero el hombre jamás ha sido dejado peregrinando a solas en su ignorancia. Cuando
se rompieron los lazos que lo unían a los mundos invisibles, ciertos métodos para captar la
voluntad de los dioses, fueron establecidos. Fue entonces, y a estos efectos, que cierta
cantidad, de hombres y mujeres fue instruida en la transposición del abismo que ya
separaba a los hombres de los dioses. El método para establecer esta comunicación era el
máximo de los secretos del ocultismo antiguo. Este secreto fue conservado para la raza
humana, pues llegará el tiempo en que todos los seres humanos volverán a ser capaces de
comunicarse otra vez directamente con los dioses. Durante un gran intervalo de edades,
esta sabiduría fue perpetuada en las Escuelas de Misterios, y un pequeño grupo de
discípulos elegidos en cada generación tuvo el privilegio sagrado de conocer a los dioses.
Esta sabiduría y el poder y conocimiento que tales discípulos han alcanzado, éstos la
imparten, a su vez, a otro grupo de discípulos elegidos y amados. Y así la gran obra sigue
adelante.
La capacidad de las Escuelas de Misterios, de comunicarse con los mundos
invisibles, es la base de su poder; pues todas las jerarquías creadoras residen en los mundos
invisibles, y es a estos mundos adonde deben recurrir los discípulos para consultarlas. La
explicación está en que el género humano es el único, dentro de nuestra organización, que
se halla equipado con un cuerpo físico y un, cuerpo mental. Los dioses propiamente dichos,
jamás han descendido a la sustancia física. De modo que al no tener cuerpo compuesto del
elementos químicos densos, no pueden manifestarse aquí. Para comunicarse con ellos, los
seres humanos tienen, pues, que aprender a funcionar conscientemente en sus propios
cuerpos invisibles. Cuando el ser humano alcanza a hacer esto, puede comunicarse con los
seres espirituales que residen en sus sustancias similares de carácter ultrafísico. Es así que,
mientras la religión trata únicamente de fantasías, teorías y creencias, los iniciados de la
Antigua Sabiduría se dirigen derechamente a la fuente principal de sabiduría y, conociendo
la voluntad de los dioses, hacen de esa voluntad la ley de sus vidas. El iniciado ni adivina,
duda, ni habla a solas. Trabaja con hechos, pues se siente uno con las verdades de la
naturaleza.
Este sendero secreto de la iluminación espiritual es el camino que estableció el
Logos planetario, al estatuir que Sus hijos aprenderán a conocer a través de Él y a cumplir
Sus fines. El Logos está rodeado de una jerarquía de seres sobrehumanos y también de un
grupo de grandes iniciados que pueden ser llamados el fruto del período del mundo
humano. Estos grandes iniciados, con sus mentes divinamente inspiradas forman los
poderosos pilares de la Casa de su Dios. Son los soportes del Templo del Progreso
Humano. Estos grandes espíritus fueron llamados por los antiguos místicos judíos los
“cedros del Líbano”. Son estos los árboles que se dice que cortó Salomón de los bosques de
la tierra para usarlos como soportes de su templo divino.
Las verdades secretas de estos iniciados fueron recopiladas del norte, del este, del
sur y del oeste. Los adeptos y místicos de todas las naciones dieron a sus discípulos los
frutos de sus investigaciones mientras funcionaban en los mundos invisibles. Las Escuelas
de Misterios, cumpliendo la antigua ley, han sido hechas a imagen de la Naturaleza, y hoy
día las conocemos bajo el nombre de las Siete grandes Escuelas de Misterios. Todas estas
son ramas de un mismo árbol, el árbol que crece en el centro del Huerto del Señor, y es
regado por las aguas de los cuatro ríos (la sabiduría de los cuatro mundos). Del mismo
modo en que todo rayo de luz se descompone en siete colores cuando atraviesa el prisma,
esta antigua verdad, al atravesar el cuerpo prismático del mundo material, se descompone
en un cuerpo séptuple. Este cuerpo es la así llamada serpiente de siete cabezas, pero,
aunque habla a través de siete bocas, no tiene más que un cerebro, una vida, un origen.
Los sacerdotes de los Misterios se simbolizaban como serpientes, llamadas a veces
hidras. De aquí se deriva la palabra (inglesa) hydrant (= boca de riego). La boca de riego
lleva el agua, y, a través del cuerpo de hidra del iniciado, pasa el agua de la vida. De ahí
que el iniciado sea como un tubo o canal a través del cual pasa el agua como a través de la
boca de riego (hydrant).
Estas siete escuelas, compuesta cada una de doce iniciados y sus discípulos,
dispuestos alrededor de un decimotercero hermano “excelso”, son los perpetuadores,
ordenados por Dios, de la Antigua Sabiduría, en la forma en que vino en la alborada del
mundo, cuando los dioses descendieron de la nebula del sol y fijaron su residencia en la isla
sagrada del polo norte.
No estando destinado este escrito a fines de propaganda, no nombraremos a ninguna
de estas escuelas, pero sí diremos que representan a los planetas y los siete grandes
senderos. También representan los siete órganos vitales del cuerpo humano y las siete
redomas que vuelcan su contenido sobre el mundo. Todos los discípulos que buscan
adquirir conocimiento de las leyes; de la naturaleza, tienen que obtener tal sabiduría a
través de uno de estos siete canales, dispuestos por el Infinito para el desenvolvimiento de
Sus tareas. Cada una de estas Escuelas de Misterios es invisible y desconocida. Sólo se las
podrá encontrar al cabo de largas búsquedas y repetidas desilusiones. En reconocimiento a
la dignidad de estas escuelas y a la santidad de la sabiduría que ellas representan, este
escrito ha sido preparado con el fin de reproducir de manera simple alguna de las verdades
maravillosas que tales escuelas sustentan.
Cada cien años, se oye la voz de la Gran Escuela y viene al mundo alguien para dar
testimonio de lo invisible. Ese “alguien” habla con la voz de la sabiduría y es amparado por
las siete luces. Gradualmente, la Escuela de Misterios (las siete ramas consideradas como
unidad) dispensa el pan bendito de la razón humana. Hoy más que nunca los seres humanos
vuelven a buscar a sus dioses; o más bien diríamos que se apartan disgustados de nuestra
era de materialismo que, lenta, pero ciertamente, está destruyendo todo lo que en la vida es
belleza y espiritualidad. Nuestro materialismo está destruyendo las almas de los hombres;
está rompiendo el corazón del mundo; está ahogando la mejor parte de nuestras naturalezas,
y algo dentro del hombre se rebela contra esa opresión antinatural. Muchos que jamás
pensaron antes en esto comienzan a preguntarse cuál será el fin de todo esto, hasta dónde el
género humano podrá sumergirse en el materialismo sin que se derrumbe la estructura ética
que sostiene nuestra era moderna.
En los últimos cincuenta años, se multiplicaron de a miles los peregrinos
espirituales que han emprendido la búsqueda de la verdad, peregrinando por los valles y las
colinas del alma humana, buscando la respuesta al enigma del destino. Tratan de encontrar
a aquellos Maestros de Sabiduría de que habla la leyenda pero que no registra la historia, en
toda esta búsqueda hay una gran incertidumbre, pero hay uno o dos hechos que resultan
perfectamente claros. El primero: la mayoría de la gente ignora qué es lo que busca. Si
encontrase, la verdad, no la reconocería. Los Maestros que buscan esa gente alternan con
ellos todos los días; pero, al igual que Sir Launfal, las gentes se van a lejanas tierras, en
procura de las cosas que hallarían en los umbrales de sus propias puertas. El segundo: si
encontrasen la sabiduría, no la aceptarían. Todos ellos se sentirían contentos de tener el
poder de los Maestros, pero pocos de ellos trabajarían desinteresadamente con una
dedicación y un esfuerzo a toda prueba, por muchas edades, para obtener ese poder y
consagrarlo sin reservas al bien de la humanidad.
Antes de pasar a nuestro próximo tema, hagamos un resumen de algunos puntos que
deben ser recordados en lo concerniente a la Gran Obra y a sus “obreros” en el mundo.

1.- El instinto de la reverencia a lo desconocido es propio de toda vida humana.
Parecería que ese instinto es propio también de varias especies de animales superiores, pues
al vérselos echados a los pies de sus dueños dijérase que las almas de esos animales llenos
de amor y ternura, hablan a través de los ojos levantados hacia el amo. El cariño del perro a
su amo y el cariño del discípulo a su maestro van muy unidos. El perro sólo anhela que su
amo le diga palabras cariñosas y daría su vida por éste. Esa es devoción verdadera. Desde
El salvaje para arriba, la reverencia y la devoción a los dioses forma parte del código moral
de la humanidad. Los seres humanos podrán negar esto, pero esto persiste ya bajo forma de
fe, ya de temor, ya de superstición.
2.- El Hacedor de ese gran plan que llamamos vida, el ser del cual hemos sido
diferenciados, confirió al hombre ciertas potencias que, despiertas en poderes dinámicos,
dará a cada cual la facultad a través de la cual podrá reconocer ese “plan”. Aprendiéndolo
por si mismo y aplicando su sabiduría, acaso alcance el hombre la posición de poder asistir
a otros en la armonización de sus vidas con la misma ley.
3.- A fin de difundir esta sabiduría en forma sabia, entre las naciones de la Tierra,
las Escuelas de los antiguos Misterios fueron establecidas, no por voluntad de los hombres,
sino por voluntad de los propios dioses, los cuales trabajan a través de “canales”
seleccionados de entre las criaturas más altamente evolucionadas de la Tierra.
4.- Habiendo establecido estas escuelas, las inteligencias superiores se constituyeron
en los poderes centrales invisibles de ellas, y todavía siguen en comunicación con los
Adeptos y Maestros que al presente rigen los destinos de estas órdenes secretas.
5.- Todo desarrollo espiritual tiene que ocurrir a través de uno de los siete canales
dispuestos por la naturaleza a tal fin; en cierta etapa de su desarrollo espiritual, cada
penetrará en el sendero planetario más adecuado para desenvolver las cualidades
latentes dentro de sí.
6.- Estas siete escuelas, y sus ramificaciones en todas las partes del mundo,
constituyen la Gran Logia Blanca. Esta es la institución divina establecida para conferir la
Sabiduría Antigua a nuestro planeta. Está compuesta de todos los iniciados y adeptos del
Sendero Blanco y forma el gobierno invisible de la Tierra.
7.- La Sabiduría Antigua contiene el conocimiento verdadero y seguro del plan por
el cual fueron creados y establecidos los dioses, el ser humano y universo, por el cual estos
se mantienen y por el cual se disolverán en un futuro en la eternidad. Es el conocimiento de
todas las cosas en sus relaciones con Dios, la Naturaleza y ellas mismas, y es la única guía
por la cual el ser humano puede ver la senda que debe seguir si quiere liberarse de la
ignorancia y oscuridad del materialismo.
8.- Cualquier persona puede recorrer ese sendero, siempre que acepte y acate las
obligaciones que la Sabiduría Antigua estatuye e impone a quien desee conocer los
misterios de la vida y de la muerte. Si el ser humano quiere vivir la vida que tal Sabiduría
indica, no sólo ha de conocer la doctrina que ella predica, sino que también ha de conocer a
los Grandes que fueron elegidos por sus propias virtudes para enseñar a sus hermanos
menores la sabiduría Antigua.

Manly Palmer Hall – Lo Que la Sabiduría Antigua Espera de Sus Discípulos

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