miércoles, 21 de julio de 2010

EL CÁNCER Y EL SUERO “BONIFACIO”

EL CÁNCER Y EL SUERO “BONIFACIO”

Acabo de recibir este interesante artículo de D, José García Álvarez, que comparto, al igual que mis comentarios sobre el mismo.


Según los diccionarios de la Tierra, el cáncer es “una neoplasia con atipia
celular, de evolución maligna”. Casi siempre incurable y con tendencia a
generalizarse. Por el parecer de la ciencia médica terrestre, siempre es una
pérdida de la capacidad regulativa del organismo para mantener ordenada la
reproducción de las células de un tejido determinado. No digo nada nuevo.

Se ha observado estadísticamente, que el número de enfermedades neoplásicas
aumenta a partir del cuarto decenio de la vida y que su incidencia crece
entre los 50 y 60 años. El tratamiento que recibe, generalmente, es la
extirpación del tumor maligno y de las metástasis, completándose con
fisioterapia o mediante quimioterapia.

Las causas del cáncer, todavía poco conocidas, se atribuyen a tres grupos de
factores: radiaciones ionizantes, ciertas sustancias químicas y virus.
Algunas teorías apuntan el papel preponderante de estos últimos y otorgan a
las otras causas una función de mero desencadenante del proceso cancerígeno.
Eso es lo que dice la Ciencia oficial. Si yo no lo he interpretado mal.

Sin embargo, se dijo y está escrito, que “Dios concede la Verdad a los
humildes y se la escamotea a los soberbios y a los que se creen sabios sin
serlo”. Hace varios años, una parcela de esta Verdad, fue concedida por el
Padre Creador a uno de estos humildes y sencillos, que los “dioses” de la
Ciencia humana menosprecian, y descubrió que “el cáncer no es de naturaleza
viral, sino que tiene su origen en la causa de un desequilibrio cinético de
la célula, la cual, debido al relajamiento de la energía que la compenetra,
produce secreciones cancerosas.”

Lógicamente, una vez dicho esto, para explicar qué debe entenderse por
“desequilibrio cinético” y por “relajamiento de energía”, habrá que formular
dos preguntas fundamentales:

1ª.- ¿Cuál es la energía que mantiene la cohesión de la célula?
2ª.- ¿Cuál es la causa que provoca el relajamiento de la vibración de dicha
energía?

Veamos:

El hombre físico, en su naturaleza, no es solamente la resultante de una
combinación química (según una interpretació n monovalente de ciertos
sectores de la ciencia), sino que es, sobre todo, la materializació n de
cierta energía, de la cual, su naturaleza psíquica, caracterizada por un
ritmo de movimiento diferenciado, es ASTRAL, o sea SOLAR.

Es esta energía solar la que cohesiona el sistema celular del organismo
humano y lo hace vibrar de conciencia vital.

El Sol, en efecto, es una verdadera y propia glándula endocrina del cuerpo
del macroser, dentro del cual nosotros, los humanos, estamos contenidos como
instrumentos instruidos por el dinamismo diferenciado de la energía psíquica
solar y obligados, por tanto, a una organización psicobiofísica.

Esto es debido al hecho de que en el Sol, en virtud de su particular
función, reside aquella Inconmensurable Inteligencia Cósmica que, como causa
principal de todos los efectos manifestativos de su creación, plasma,
organiza y riega de vital conciencia todas las estructuras de los mecanismos
astrofísicos y biofísicos que quieren ser Sus propias capacidades expresivas
en la dimensión tiempo – espacio. Por tanto, todo cuerpo material (mineral,
vegetal, animal y humano) es la resultante del poder vibratorio de esta
energía, cuyo dinamismo está instruido en el cuadro de un preciso esquema de
comportamiento programado, según reglas fijas e inviolables.

http://www.enigmasy misterios. net/nspip/ local/cache- vignettes/ L280xH224/ cel-d
6a3f.jpgLa validez de estas afirmaciones está corroborada, además, por las
de los científicos terrestres, los cuales, no hace mucho, “descubrieron que
todos los seres vivientes (plantas, animales, seres humanos) no están
dotados solamente de un cuerpo físico, compuesto por átomos y moléculas,
sino que tienen como contrapartida un cuerpo de energía que no es eléctrica,
ni electromagnética, sino una forma de energía todavía no clasificada
debidamente, desconocida.” Esta energía, que la ciencia terrestre ha llamado
“Campo estructural de formas”, aunque responde mejor a la denominación
cósmica de “Inteligencia Creativa”, es la que mantiene la coherencia entre
las células del cuerpo humano y las pone en estado de vibración vital, según
un ritmo que está en sintonía con la fuerza energética del Campo Organizador
Primario, o Inteligencia Cósmica.

Con lo expuesto, queda contestada, espero, la primera pregunta.

Veamos cuál es la causa del relajamiento del poder vibratorio de esta
energía:

La ciencia de los humanos sabe hoy que las células vivientes, sea cual sea
el organismo que las tenga, tienen una mente y una memoria propias, no
solamente en el cerebro sino en todo el cuerpo. Ellas, en efecto, tienen el
poder de renovarse y de multiplicarse desde que nacemos hasta la muerte.

A propósito del cáncer, en Noviembre de 1972, en la ciudad de Méjico, se
inauguró el Cuarto Congreso Coloquio Internacional Lepetit, al que
participaron setenta estudiosos de muchos países, entre los cuales estaban
algunos Premios Nobel de Medicina y Química. El tema tratado fue el
siguiente: ESTUDIO DE LOS MECANISMOS VITALES DE LA CÉLULA. He aquí una de
las conclusiones a las que llegaron: “...Una célula puede volverse maligna
porque haya HEREDADO, a nivel de sus ácidos nucleicos, ciertas estructuras
químicas que pueden quedar escondidas muchos años para luego estallar
provocando la enfermedad.. .”

La pregunta podría ser ésta: ¿Qué se debe entender por “la célula ha
heredado”? O bien: ¿Qué es lo que las células nuevas heredan de las células
viejas?

Una contestación que convence proviene de la medicina psicosomática, el
lenguaje de la cual nos dice que en el hombre, el poder de autorrenovació n
de las células resulta frenado y entorpecido por la acumulación de errores,
represiones, frustraciones, desengaños, miedos, angustias y tensiones de
todas clases que lo asaltan diariamente y que se imprimen en la “memoria
celular”, atropellando la inercia de la fuerza vital presente cuando se
nace.

Las células, en consecuencia, no pueden continuar su autorrenovació n frente
a todos estos obstáculos. En breve espacio de tiempo, ellas, memorizando tal
cantidad de inhibidores, pasan desde un esquema normal de comportamiento a
otro irregular. O sea, lo que ocurre es que la memoria del peso y del freno
se transmite desde la célula vieja a la nueva, la cual, a su vez, memoriza
la propia experiencia y la transmitirá a la célula sucesiva. Tales
“recuerdos”, así acumulados, son por sí mismos suficientes para provocar el
relajamiento del poder vibratorio de la energía que alimenta el sistema
celular.

El resultado es la secreción de una sustancia química que los científicos
denominan, tras las conclusiones de sus Congresos: “EPISOMA, que resulta ser
una parte funcional del ácido nucleico y que parece implicado en mecanismos
muy importantes tales como la inmunidad, el desarrollo del organismo, el
envejecimiento y EL CÁNCER...” Y añaden: “...parece que exista una relación
entre los episomas y el mecanismo a través del cual aparece el cáncer...”

Se tiene la impresión de que la ciencia terrestre intenta dar una
contestación, sin percibirlo realmente, cuando dice: “Los EPISOMAS –
llamados “factor R” – que nosotros llevamos, tal vez, desde que nacemos”, a
lo que expresa la verdadera ciencia de otras civilizaciones más avanzadas,
en el sentido de que el cáncer no es producido por virus provenientes del
exterior del organismo, sino la sustancia que la célula segrega cuando, muy
pesada y frenada por la acumulación de tensiones, sufre una relajación o
aflojamiento del poder vibratorio de la energía (psíquica) que la cohesiona
y vitaliza.

Respecto a esto, se podría objetar si en los animales afectados por tumores
se puede hablar de represiones, frustraciones y tensiones como causas
creadoras del cáncer? La contestación es SÍ, porque también el HAMBRE es
causa de tensiones. Y no solamente eso: la fuerza de gravedad actúa también
como freno e influye sobre el poder de autorrenovació n de las células. ¿Cómo
se podría si no explicar la vejez?

Si pensamos en el potencial de la fuerza impulsora de un proyectil al que la
resistencia del aire y la atracción de la gravedad lo frenen gradualmente,
reduciendo su velocidad hasta caer al suelo, podremos ver que lo mismo
sucede con las células cuyo potencial vibratorio, frenado por la fuerza de
gravedad y muy pesado por la acumulación de tensiones de toda clase, se va
relajando cada vez más, hasta que, al final, algún organismo o complejo de
organismos resulta demasiado débil para funcionar.

Nosotros llamamos a esto: enfermedad, vejez, muerte.

El conjunto de la actual ciencia humana es todavía un valor monovalente, a
causa de lo cual la confusión y los enigmas de los valores singulares están
en la base de las contradicciones nacidas de las distintas interpretaciones
de los hechos. El saber humano de una ciencia, que sabe pero no entiende, es
una medida aparente, o sea la pretensión de “hechos demostrados”, que, en
realidad, son sencillamente asuntos extraídos de hechos relativos.

A causa de sus prejuicios y preconceptos, el hombre está acostumbrado a
establecer anticipadamente cuáles formas y cuáles costumbres debe asumir y
endosar la Verdad, y por eso no la reconoce cuando le sucede que la
encuentra. Tal vez sea porque la Verdad es un desafío a su voluntad de
admitir que podría obtener otras contestaciones distintas a las que ya cree
tener.

No fue éste el caso del doctor Bonifacio, médico de un pequeño pueblo de
Sicilia. Hombre humilde, sencillo y honesto, que soñó y su sueño fructificó
en algo para hacer el bien a sus enfermos, sin más interés que el placer de
ayudarles: un suero obtenido del intestino de la cabra, animal que no padece
cáncer, cosa que no es sabida por muchos.

Cuando vio los efectos positivos que conseguía entre sus enfermos, lo dio a
la publicidad. Pero, en un mundo como éste, ya se sabe: las cosas simples no
llegan. Hay muchos intereses mezquinos que lo impiden. Una verdadera pena,
porque este suero, un poco más elaborado, hubiera conseguido, con escaso
coste, unos sorprendentes y definitivos resultados contra los tumores
cancerígenos, ya que actúa a nivel etérico.

Se sabe que el cuerpo es un todo y que los alimentos le nutren. La cabra
también se rige por esta ley, con algo especial que el modesto médico rural
italiano llegó a descubrir: Su leche mantiene toda la fuerza etérica y puede
actuar sobre el equilibrio de la célula.

En mundos más evolucionados que el nuestro, se sabe, en virtud de una lógica
volumétrica (la de este mundo es lineal), que consiste en no considerar
“hechos relativos” como “absolutos”, que a fin de que un organismo celular
(o una sociedad humana) pueda funcionar siempre al máximo rendimiento, es
necesario que el hombre tenga la Voluntad de desprenderse de todos los
preconceptos y prejuicios que actúan como freno y peso en el proceso de
autorrenovació n de las células, y que, además de las enfermedades
psicofísicas, son el manantial de aquel azote llamado cáncer. Es frecuente
observar cómo una teoría especulativa del “genio” científico de turno, se
transforma en ley absoluta; un procedimiento apenas sugerido, en un rito
intangible y una afirmación provisional en un evangelio. Luego, en la
práctica, todo queda en nada.

Lo que acaece en este mundo, puede parangonarse con lo que sucede en una
floresta de árboles gigantes, donde los pequeños arbustos enferman y mueren.
Necesitan del sol para crecer y no lo reciben. Solamente al borde de la
floresta, donde el sol puede penetrar, encuentran el ambiente apto para
crecer. En el centro pueden sobrevivir sólo aquellos que están en
condiciones de poderse adaptar a la semioscuridad. Se adaptan y sobreviven,
pero no pueden soportar cambio alguno, tanto que ya no podrían resistir
tampoco la iluminación solar directa.

Lo mismo puede decirse de la actual sociedad humana: los árboles gigantes
son los “Grandes Cerebros” que forjan las “grandes ideas”. Los arbustos
corresponden a la gran masa de la humanidad, imposibilitada de desarrollar
ideas propias nuevas a causa de las “grandes ideas” que la dominan y la
someten. En esta enmarañada floresta en la que vive el ser humano, pueden
sobrevivir exclusivamente los hombres dispuestos a adaptarse al dominio de
los grandes cerebros. Se adaptan y sobreviven, pero no pueden soportar
cambio alguno, ni las ideas que en otra parte son normalmente aceptadas por
su mayor evolución.

Hoy, tanto las “pequeñas” como las “grandes” ideas de este mundo se están
muriendo, a pesar de los muchos intentos de adaptación en un ambiente
planetario que cambia continuamente. Están muriéndose porque son
monovalentes, limitadas, pobres, y también porque los varios intentos de
adaptación a los cuales han sido aplicadas las han retorcido de tal manera y
transformado hasta tal punto, que resultan una monstruosidad. El mismo hecho
de que sean retorcidas y transformadas las destruye, y destruye, al mismo
tiempo, la sociedad que las ha adoptado.

Y, como la voluntad colectiva de esta sociedad no quiere ser desafiada por
la Verdad, ya que está acostumbrada desde hace mucho tiempo a destrozar al
individuo o la cosa que intente decirle aquello que no quiere oír o no
entiende, es por lo que, en la batalla contra el cáncer, los humanos siempre
han salido derrotados y fracasados. Porque no existe ninguna posibilidad de
que se produzcan ideas polivalentes donde dominan las monovalentes de los
grandes cerebros.

Si hubiera intentos de cambios, se producirán siempre en los márgenes de la
floresta, y por obra de aquellos hombres cuya mente esté libre de cualquier
estructura de prejuicios y preconceptos. Un ejemplo de ello, lo fue, en su
día, el doctor Bonifacio.

¿Sería sorprendente comprobar una estadística que proporcionara el
porcentaje de cabreros que padecen cáncer comparada con las de otros
estamentos?

José García Álvarez

Página Web

AMADO JOSE:

Agradecido por esta interesante explicación, la cual cuadra perfectamente con los trabajos que yo mismo hago sobre el tema, no solo del cancer sino de cualquier patología.

Por lo que he descubierto en mis propio desarrollo, la Energía que mantiene la cohesión celular se podría denominar BIO-PLASMATICA.

Sabido que el Plasma es el cuarto estado de la Materia, y por ser así está en nuestros campos energéticos penetrando tambien nuestro organismo.

Por eso mismo a partir de la Cuarta Iniciación -plano Búdico, el organismo de todas las personas es reforzado sobremanera pues se integran con mayor fuerza estas energías al físico al mismo tiempo que se activa el TIMO, que como ya sabemos es una glándula endocrina capital para el sistema inmune.

Todo esto sin contar las activaciones que este mismo proceso energético va haciendo de forma paulatina y sistemática en nuestra glándula pineal, activando con ello la producción de metatonina (La llamada hormona de la Juventud).

Hoy ya estamos comprobando los que estamos haciendo el Método Pempenides "El Libro de la Vida", los cambios estructurales en nuestros cuerpos, y el rejuvenecimiento celular interno y externo.

http://metodopempen ides.com/ spip/ecrire/ ?exec=articles&id_article=259


CON AMOR INMORTAL
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