lunes, 14 de marzo de 2011

COLON NO FUE EL PRIMERO

Si tal como reclamamos, la historia merece una revisión muy a fondo, uno de los mejores ejemplos para comenzar a revisarla podría ser la presencia de antiguas civilizaciones europeas, asiáticas y africanas en el continente americano mucho antes de la llegada de Cristóbal Colón en el año 1.492 d. C.


Cabeza de Calixthahuaca. Encontrada en Calixtlahuaca, en el Valle de Toluca, México. Se cree que es del año 200 d. C.

Son muchas las evidencias que señalan tal posibilidad, dando pie a pensar que los conocimientos de estas civilizaciones eran mucho más superiores a los que habitualmente habíamos creído. Como ya hemos comentado en otras ocasiones, aceptar semejante teoría conllevaría a tener que volver a escribir la historia desde sus comienzos, una tarea que muchos no están dispuestos a realizar por diferentes razones, la más básica de todas, no poder explicar desde la perspectiva que defienden en la actualidad el origen de todas las antiguas civilizaciones.

Pero… ¿cuáles son estas evidencias?. ¿Existen pruebas materiales de la comunicación entre el continente americano y el resto del mundo?.

En el año 1.882 en la Columbia Británica un minero encontró en una beta 30 monedas mientras picaba. Pero si grande fue su sorpresa ante tan afortunado hallazgo, no menos lo fue el saber que esas monedas correspondían según los expertos a la lejana China, siendo datadas en la época del Emperador Hung, alrededor del año 2.637 a. C.

Ese mismo año, pero en el Condado de Cass, Illinois, un granjero encontró, mientras faenaba sus tierras, una curiosa moneda de bronce con una efigie que no supo identificar. Algún tiempo después y en manos de los expertos la moneda fue identificada. Era de origen sirio, y en una de las caras aparecía el rey Antioco IV que gobernó entre los años 175 y 164 a. C.


En agosto de 1.914 el profesor M.A.Gonzales encontró en las ruinas de Mayan, en la ciudad de Acajutla, México, estas dos figuras típicamente de estilo egipcio. Posiblemente Osiris e Isis.
No fueron las únicas monedas encontradas. En 1.957 un niño encontró mientras jugaba en el campo una moneda con una inscripción que hacía referencia a la ciudad de Siracusa, en la isla de Sicilia (Italia) del año 490 a. C. En 1.976 en la ciudad Heavener, Oklahoma, apareció otra moneda de bronce, en esta ocasión de Antioquia, Siria, del año 63 d. C. Otras monedas han sido encontradas en Venezuela, México, Brasil, etc.

Cerámica, inscripciones y otros objetos completan junto con las monedas esta curiosa relación de hallazgos sorprendentes a lo largo de todo el continente americano. En 1.966 fue encontrada sobre una roca en el Estado de Georgia una inscripción realizada en una escritura muy similar a las conocidas como Lineal A y Lineal B de origen cretense. Aunque nada comparable a las inscripciones existentes en Brasil, un trabajador llamado Silva Ramos localizó en el Amazonas más de 2.000 inscripciones sobre la roca de escritura semítica. También en Brasil, cerca de la ciudad de Parahyba, apareció una inscripción fenicia que comienza diciendo “Somos los hijos de Canaan de Sidon…” y que continúa con un extenso relato en el que narra el viaje de diez naves desde el Lejano Mar Rojo.

Piedra descubierta en 1.889 en Tennessee, EE.UU, con caracteres hebreos. En la actualidad permanece en el Museo Nacional de Historia Natural en Washington.

De vuelta a los EE.UU, es muy conocido el hallazgo en 1.898 en Kensington, Minnesota, de una piedra donde aparece el relato de una expedición al mando de un tal Norsemen en torno al año 1.300 d. C. Otra piedra de proporciones más reducidas apareció en un cementerio de Nashville, Tennessee, con escritura en caracteres libios del año 100 d. C.

No han faltado estatuas o pequeñas tallas como la encontrada en Calixtlahuaca, México, por el arqueólogo José García Payón en 1.933 y clasificada como de estilo helenístico. O incluso juguetes como la muñeca de madera y cera encontrada en Chichén Itzá, en México, con inscripciones romanas.

Algunos lingüistas incluso han señalado la enorme semejanza de algunos pueblos nativos de Luisiana, como los atakapas, túnica y chitimacha con la antigua lengua egipcia.

En fin, creemos que son suficientes evidencias encontradas para empezar a tomarse en serio la hipótesis de la existencia de una comunicación entre las antiguas civilizaciones de la que hasta ahora se ha ignorado por completo.

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