jueves, 11 de octubre de 2012


EL SISTEMA NERVIOSO AUTÓNOMO


 

En primer lugar, debe saber que el sistema nervioso autónomo del hombre recibe las siguientes denominaciones: "sistema nervioso autónomo", "sistema nervioso simpático" o "sistema nervioso neuro-vegetativo". El calificativo "autónomo" sirve para designar que este sistema es independiente de la voluntad y, por consiguiente, de las actividades llevadas a cabo por el sistema nervioso cerebro-espinal. El calificativo de "simpático" se utiliza para demostrar que existe un estrecho lazo de simpatía entre los órganos afectados por este sistema y las funciones que cumple. En cuanto al calificativo "neuro-vegetativo ", introduce la idea de que este sistema nervioso está relacionado con la vida vegetativa del hombre, que es distinta de la vida cerebral. Como podrá comprobar, todas estas expresiones sirven para definir perfectamente el sistema nervioso al que nosotros, los rosacruces, llamamos "sistema nervioso psíquico".

Bajo el punto de vista anatómico, el sistema nervioso autónomo está dividido en dos ramas: el sistema nervioso ortosimpático y el parasimpático. Como podrá comprobar remitiéndose a la ilustración que figura en el anexo de este capítulo, la rama parasimpática del sistema nervioso autónomo está situada en los dos extremos de la columna vertebral. En su parte superior, en la base del cerebro, existen raíces nerviosas que parten de la médula espinal a través de los nervios del cráneo para alcanzar los ojos (glándulas lacrimales) y la boca (glándulas salivares), mientras que otras raíces parten del nervio vago (neumogástrico) para llegar a los pulmones, al corazón y a todo el aparato digestivo (estómago, intestino, páncreas, colon y recto). En su parte inferior, situada en la región sacra, (el sacro es la parte de la columna vertebral que está unida a la parte posterior del hueso y que cierra la estructura ósea, que sostiene los órganos intestinales y genito-urinarios), las raíces nerviosas de la rama parasimpática parten de la médula espinal por los nervios sacros para llegar a los órganos encargados de la eliminación, que son el recto y la vejiga, así como a los órganos genitales externos.

Sin entrar en explicaciones técnicas que no serían de ninguna utilidad para el trabajo práctico que deben efectuar en la terapia Rosacruz, nos contentaremos con decir que la rama parasimpática del sistema nervioso autónomo tiene esencialmente un papel pasivo. Modera y retarda el funcionamiento de los órganos y economiza su reserva energética. Su mediador químico es la acetilcolina. En cuanto a la rama ortosimpática, tiene como función principal estimular la actividad orgánica. La adrenalina y la noradrenalina son sus agentes químicos. Estas dos hormonas tienen efectos opuestos y complementarios. Puesto que la mayor parte de los desórdenes y de los males que sufrimos son el resultado de la falta de vitalidad de uno cualquiera de los órganos, nuestro trabajo curativo consistirá en estimular aquellos que la necesitan por medio de la rama ortosimpática. En los próximos capítulos veremos que este estímulo puede ser negativo o positivo. Toda nuestra atención deberá centrarse en la naturaleza y en la misión de esta rama.

Si contempla el esquema de este capítulo, podrá comprobar que las ramas parasimpáticas y ortosimpáticas llegan prácticamente a todos los órganos del cuerpo, pero son distintas bajo el punto de vista anatómico. Tal como acabamos de decir, la división parasimpática nace a nivel, del cráneo y del sacro. Mientras que la división ortosimpática, que es la que más nos interesa, desciende desde el centro hipotalámico situado encima de la hipófisis (glándula pituitaria) por dos cadenas de ganglios situados a ambos lados de la columna vertebral. Tal como su nombre indica, cada una de estas cadenas está formada por un conjunto de ganglios, a los que se denomina "ganglios ortosimpáticos", que están en contacto directo o indirecto con cada órgano del cuerpo por medio una red más o menos compleja de nervios ortosimpáticos. Como ya habrá podido comprender, es precisamente a nivel de estos ganglios donde se deben ejercer los tratamientos destinados a estimular con energía negativa o positiva los órganos y funciones asociadas a ellos. En los próximos capítulos le comunicaremos la manera exacta de actuar.

En el estudio de la terapia Rosacruz hay que proceder muy lentamente, pues su eficacia depende de la perfecta comprensión de los principios en los que está basada.

Si observa atentamente nuestro esquema, se dará cuenta de que cada una de las dos cadenas ortosimpáticas está unida a la médula espinal por ramales que se comunican entre sí y que parten de los ganglios ortosimpáticos. Vemos, por tanto, que no existe separación alguna entre los sistemas nervioso cerebro-espinal y autónomo, sino que por el contrario, están armoniosamente unidos y actúan de manera complementaria, lo que significa que uno no puede ser afectado sin que también lo sea el otro. Esto se hace evidente al saber que el primer sistema está relacionado principalmente con el cuerpo físico del hombre, mientras que el segundo, lo está con su cuerpo psíquico, siendo este último sólo la contrapartida espiritual del primero. Gracias a la comunicación entre sí de estos ramales, somos capaces de tomar consciencia objetiva de las alteraciones que se producen a nivel de los órganos internos y de percibir las impresiones intuitivas que provienen del sistema nervioso autónomo.

Al igual que el sistema nervioso cerebro-espinal, el sistema nervioso autónomo consta de una vía motriz y de una vía sensitiva. La vía motriz transmite hacía los órganos las órdenes dadas por el centro de control de este sistema nervioso, mientras que la vía sensitiva le hace llegar impresiones referidas al funcionamiento de los órganos. Pero, ¿donde está el centro de control? Como hemos mencionado en el capítulo anterior, es precisamente el hipotálamo, esa zona tan especial, profundamente escondida dentro del cerebro espinal, quien constituye realmente el cerebro autónomo, o si lo prefiere, el cerebro del cuerpo psíquico. Sin embargo, aunque el cerebro nervioso espinal tiene ante todo una misión transformadora, el centro hipotalámico no es el único que asume la dirección del sistema nervioso autónomo. En el trabajo que realiza al servicio de todo el ser es ayudado por todos los centros psíquicos, y especialmente, por la glándula pituitaria (hipófisis) y por la glándula pineal. Se podría decir que el hipotálamo es como un puente entre el cuerpo psíquico y el cuerpo físico del hombre, y también, entre su ser interno y su ser externo.

Vamos a poner un ejemplo sencillo para ilustrar como operan las vías sensitivas y motrices del sistema nervioso autónomo. Cuando el corazón detecta falta de oxígeno, el hipotálamo es informado de ello por medio de impulsos que llegan hasta él a partir del músculo cardíaco. Después de haber transmitido esta información a las glándulas pituitaria y pineal, éstas le envían energía psíquica que él canaliza a través de las vías motrices del sistema nervioso autónomo, lo que desencadena un flujo de sangre hacia el corazón, el aumento del ritmo cardíaco y que se acelere la frecuencia respiratoria a fin de que se oxigene mejor la corriente sanguínea. En el mismo orden de ideas, cuando el corazón está agotado por un esfuerzo demasiado sostenido, esta información es transmitida a los centros psíquicos, que a su vez, utilizan las funciones del hipotálamo para obligarle a disminuir el número de latidos. Paralelamente hacen que se acelere el ritmo respiratorio para que este órgano se alimente con más oxígeno.

Podríamos poner muchos ejemplos para ilustrar el enorme trabajo que cumple el sistema nervioso autónomo dentro del cuerpo, ya que ni una sola función orgánica puede ser llevada a cabo sin él. Cuando decimos que el sistema nervioso cerebroespinal controla todos los actos voluntarios, esto no quiere decir que sea quien los dirige. No hace sino canalizar, transformar y transmitir la energía psíquica recibida del sistema nervioso autónomo para estos fines. Lo que significa que es este último quien asume íntegramente la decisión y el control de las funciones involuntarias del cuerpo, y que es también quien hace posibles las actividades voluntarias controladas por el cerebro, pero que realmente no son dirigidas por él. Puesto que el sistema nervioso autónomo corresponde a la parte psíquica del ser y el sistema nervioso cerebro-espinal a su parte física, en ello tenemos un claro ejemplo de que es la consciencia quien domina a la materia. Dicho de otra manera, el funcionamiento del organismo humano es una ilustración perfecta de la supremacía que ejerce el alma sobre el cuerpo. Por eso, en nuestro trabajo de curación, trabajaremos siempre a nivel del ser espiritual, ya que es la esencia que impregna y anima la sustancia de la que está hecho el ser material.

Acabamos de explicar que el sistema nervioso autónomo dirige y controla las funciones involuntarias del cuerpo. Pero debe comprender correctamente que estas funciones no se limitan al trabajo efectuado por los órganos. La actividad involuntaria del cuerpo humano sobrepasa ampliamente las que se llevan a cabo en los pulmones, corazón, estómago, intestinos, etc, incluyendo igualmente todos los procesos de regulación interna. Por ejemplo, el sistema nervioso autónomo es quien dirige y controla la regulación térmica del cuerpo, cuya finalidad es mantener una temperatura constante en el organismo. Es también quien asegura la regulación de la glucemia y de la calcemia, por sólo citar las más conocidas, que son quienes realizan el control de la cantidad de glucosa y de calcio en la sangre. Otra forma de regulación interna es la que tiene por objeto regular la secreción hormonal, que como su nombre indica, está relacionada con las hormonas producidas por ciertas glándulas del cuerpo, especialmente, las glándulas endócrinas.

No podemos hablar de las actividades involuntarias regidas por el sistema nervioso autónomo sin insistir en el hecho de que a él es a quien debemos la puesta en marcha de todos los procesos de regeneración que se llevan a cabo constantemente en el cuerpo, tanto cuando se producen lesiones internas como en la cicatrización de las heridas externas. Este sistema nervioso, que debemos asociar con el subconsciente, trabaja en el cuerpo siempre de manera constructiva, puesto que es el instrumento utilizado por la Consciencia Cósmica para cumplir su obra armonizadora en todos nosotros. El subconsciente sólo razona de manera deductiva, lo que hace que cumpla sus funciones ajustándose escrupulosamente a los impulsos del ser espiritual, al que otorga una obediencia absoluta. Por eso, todos sus esfuerzos están dirigidos al mantenimiento y a la mejora constante de la salud. Podríamos preguntarnos por qué razón el hombre sufre con tanta frecuencia la experiencia de la enfermedad y del sufrimiento. Esto se debe a que emplea el sistema nervioso cerebro-espinal para hacer voluntariamente cosas que van contra su bienestar y a que descuida su uso para hacer lo que sería útil a su salud. En ambos casos, se trata de una mala aplicación del libre albedrío.

Vamos a poner algunos ejemplos sencillos para ilustrar esto. Cuando alguien fuma, bebe mucho alcohol o se alimenta mal, lo hace aplicando su voluntad objetiva y oponiéndose a la actividad constructiva del subconsciente. Si además descuida respirar correctamente, hacer ejercicio con regularidad, o descansar cuando es necesario, es porque no pone su libre albedrío al servicio de la Inteligencia Cósmica. La mejor manera para mantener una buena salud es poner al ser físico bajo el dominio del ser espiritual. Puesto que el primero se expresa por medio del sistema nervioso cerebro-espinal y el segundo por medio del sistema nervioso autónomo, esto viene a decir que la armonía del cuerpo depende de nuestra aptitud para poner las funciones cerebrales al servicio de la actividad autónoma del ser.

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